Blogia
infinitoyfugaz

Viaje a la Luz

Viaje a la luz (I) CABO DE TRAFALGAR

Viaje a la luz (I) CABO DE TRAFALGAR Llegar a Cádiz desde el tercio norte de la península es siempre costoso si es el coche el medio utilizado; las autovías, esas grandes facilitadoras de trayectos, pero enemigas del tramo corto del viajero que gusta de atravesar pueblos y creerse viajero con billete de experiencias y andanzas, nos calcularon un trayecto de casi 1000 kilómetros y 11 horas, que se cumplieron a la perfección después de atravesar la Ibérica, la Meseta Sur y el Valle del Guadalquivir.

El Cabo de Trafalgar y su faro nos esperaban impasibles con el ojo puesto en el Atlántico, y pronto decidimos situarnos bajo su mirada protectora ante el peligro de sus corrientes que amenazaban guerra como otrora vivieron ingleses y franceses, y que ahora se conmemoraba (Batalla de Trafalgar).

Agua, sal y arena fueron las tres medallas que nos colgamos tras la maratoniana jornada. El sol del atardecer en sesión no numerada iba sucediendo escenas de amor compartido en la playa, y una luna casi llena tomó el relevo de un agotado sol que nos preparaba con aceite un cazón (un tiburón pequeño) en adobo y unos boquerones en su justa vinagre en una localidad cercana: la bulliciosa Conil de la Frontera, un pueblo blanco que se eleva desde la playa sobre una loma escasa formando un torso horizontal donde en caravana de hormigas los turistas, hablamos, reímos, comemos, bebemos y saludamos a líderes políticos que han decidido pasar unos días cerca de algunos militantes de base que observamos con agrado la naturalidad de sus gestos. Un hotel en forma de patio interior o claustro nos da las buenas noches.