
No sé, pero algo está pasando en la televisión pública. Eso de que algunos programas nuevos me recuerden a aquellos de Fernando García Tola en los 80 es algo que reconforta a la mente que quiere interactuar con los rayos catódicos, y no dormirse o despertarse por los gritos, insultos o berridos de personajes de pantalla plana. Infinito y Fugaz desea lo primero a este tipo de programación: televisión infinita.
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